Quorum Digital.

Corea del Norte, un conflicto que miramos de lejos


10 de septiembre de 2017

Federico Pita Berardi

Con la mirada puesta en el conflicto entre los Estados Unidos y Corea del Norte, el analista Federico Pita Berardi, reflexiona sobre las potenciales consecuencias de una cuestión que parece lejana para nuestro país

Si bien la disuasión nuclear forma parte de diversos protocolos adoptados por la totalidad de los países miembros de las Naciones Unidas, cada tanto aparece un llamado “rebelde” que hace poner en alerta a toda la comunidad internacional y pone en riesgo a la seguridad mundial. Como lo fue Irán en su momento, y bajo el pretexto de “poder ensayar con un misil semanalmente si se quiere ya que están en su derecho”, tal como lo anunció el actual heredero y jefe del poder, Corea del Norte viene desafiando tales límites impuestos (o acordados, según la lectura que se haga), y tal situación no agrada en absoluto al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ni mucho menos a Washington.

Desde Pekin (histórico aliado de Corea del Norte) ya han demostrado que las actitudes de Kim Jong. Un están llegando al límite del hartazgo; Tokio por su parte está comenzando a demostrar señales de tener intenciones de abandonar la política pacifista que los han caracterizado desde finalizada la Segunda Guerra Mundial.

Si bien las actitudes de Corea del Norte parecerían ser bien soberbias, de este lado del globo mucho menos no se puede decir. Trump en sus discursos no desvía el tema más que para militarizarlo, dedicando continuamente tweets al tema y sin tomar dimensión de la tamaña tarea que tiene por delante; quizás una de las más desafiantes que imaginó manejar.

La nación norcoreana es quizás el último bastión y secuela que se ha mantenido al día de hoy en pie luego de finalizada la guerra fría. Sin querer ahondar en el largo historial del conflicto coreano (Corea del Norte y Corea del Sur), que como se ha dicho anteriormente no solo ha mantenido como protagonistas a Seúl y Pyongyang, sino también con miradas atentas desde Washington, Tokyo y Pekin (entre otros tantos epicentros de política internacional), la realidad es que dicho conflicto, más allá de las consecuencias catastróficas que podría tener, no se encuentra próximo casi en nada a América latina, y mucho menos a la Argentina. Digo casi, ya que depende de las actitudes y posturas que tomen los gobiernos de nuestra región respecto al conflicto, que últimamente no son para nada azarosas.

En lo que respecta a la Argentina, más allá de los comunicados oficiales que se puedan publicar repudiando los ensayos misilísticos, la nota (de color) más resonante en los últimos meses fue durante la visita oficial de Macri a la Casa Blanca. Refiriéndose a la imperiosa necesidad de nuestro país a incentivar la exportación de limones a Estados Unidos, Trump lanzó una simpática frase “Si Macri me ayuda con Corea del Norte yo lo ayudo con los limones”. Veremos cómo el gobierno maneja dicho tema de manera internacionalista y moderada (algunos recordarán la innecesaria participación de nuestro país en la guerra del Golfo, allá por la década de los 90).

Corea del Norte con nuestro país tiene las relaciones elementales y básicas que cualquier nación podría tener con otra. Fue en los años 70 del pasado siglo, antes de la dictadura militar, cuando durante casi 4 años se iniciaron relaciones más prosperas con aquél país, a tal punto de poner una embajada en el barrio de Palermo que luego fue cerrada durante el gobierno de Videla. A pesar de que sea uno de los países con menos representatividad consular alrededor del mundo (en América latina solo se encuentra en Cuba), hay que derribar muchos mitos de esta nación, que, a pesar del asombro de muchos, cuenta con productos argentinos en las góndolas de sus supermercados. Basta con hacer una lectura a la entrevista que le hizo el diario Clarín a la periodista Florencia Grieco, donde describe su impresión luego de haber visitado Corea del Norte hace pocos meses.

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