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La economía en recesión por segundo trimestre consecutivo


25 de octubre de 2025

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El último informe económico revela que, en medio de la recesión más profunda de los últimos años, solo el sector financiero muestra crecimiento. Mientras bancos y fondos multiplican sus ganancias, la agroindustria, la industria y el comercio se hunden. La economía de Milei consolida un modelo donde especular es más rentable que producir.

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) de agosto apenas rebotó 0,2%, pero venía de un desplome profundo, y los primeros datos de septiembre anticipan otra contracción. 

Por otro lado, la Universidad Torcuato Di Tella, en su último informe confirmó que el indicador de actividad económica "muestra estancamiento con sesgo recesivo", y proyecta para el último trimestre una contracción anual de entre 3% y 3,5%. El trabajo advierte que "la mejora de julio y agosto responde a un efecto arrastre estadístico", no a una expansión genuina.

La economía argentina atraviesa una nueva fase de concentración y desigualdad sectorial. Según un informe publicado  el único sector que muestra números positivos en el último año es el financiero, con un crecimiento del 26,5%. En contraposición, la agroindustria, la industria manufacturera y el comercio siguen acumulando caídas interanuales, reflejando el impacto directo del ajuste y la falta de políticas de estímulo a la producción.

El contraste es elocuente: mientras las entidades financieras se benefician de tasas elevadas, operaciones especulativas y un esquema monetario que prioriza la rentabilidad del capital financiero, las pymes industriales y los productores agrícolas enfrentan una recesión prolongada. La demanda interna se desploma, el crédito productivo es prácticamente inexistente y el consumo continúa en niveles mínimos históricos.

Economistas consultados advierten que este fenómeno no es casual. Responde a una estrategia de gobierno que privilegia la estabilidad nominal sobre el crecimiento real. “El modelo de Milei está diseñado para beneficiar al sistema financiero y castigar al aparato productivo. No hay inversión, no hay empleo y no hay consumo: solo ganan los bancos”, resumió un analista del sector industrial.

En ese contexto, el impacto social es inevitable. El comercio minorista encadena meses de caída, la industria opera con capacidad ociosa y la producción agropecuaria se retrae por la falta de incentivos y la presión impositiva provincial. Las provincias más dependientes de la producción primaria —como Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires— ya registran un deterioro en la recaudación y en los niveles de actividad.

El auge financiero, sostenido por las propias políticas del Ejecutivo, desnuda el rumbo económico de la administración Milei: una economía sin motores productivos, que premia la especulación y desatiende el desarrollo. En otras palabras, un país donde el dinero crece más rápido que el trabajo.

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