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Crisis en el mileísmo: Espert renunció acorralado por un escándalo narco que golpea al Gobierno


06 de octubre de 2025

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El diputado libertario José Luis Espert abandonó su candidatura en medio de las denuncias que lo vinculan con un empresario acusado de narcotráfico. La decisión expuso las contradicciones y la falta de control dentro del oficialismo, mientras Milei intenta despegarse del caso sin asumir responsabilidades políticas.

La renuncia de José Luis Espert a su candidatura por la provincia de Buenos Aires se transformó en uno de los golpes políticos más duros que recibió Javier Milei desde su llegada al poder. Acorralado por las denuncias que lo vinculan con el empresario Federico “Fred” Machado, detenido por narcotráfico, el diputado libertario anunció que “daba un paso al costado por el bien del país”. Sin embargo, su salida expone mucho más que un caso individual: deja al descubierto la falta de control, transparencia y coherencia ética en un gobierno que se jacta de luchar contra “la casta” y la corrupción.

Santiago Caputo le llevó a Javier Milei encuestas que revelan que los libertarios están 20 puntos abajo en la provincia y el presidente ordenó a José Luis Espert que baje su candidatura a diputado nacional. Ahora, cuando venza su mandato en diciembre se quedará sin fueros frente a las acusaciones de lavado de dinero proveniente del narco.

El escándalo estalló luego de que se conocieran informes judiciales que señalan que Espert habría recibido dinero de una empresa ligada a Machado. En un intento desesperado por despegarse, el propio Espert reconoció haber tenido contacto con el empresario, aunque negó cualquier delito. Pero el daño político ya estaba hecho: las fotos, los vuelos privados compartidos y los rastros financieros bastaron para que la presión interna se volviera insostenible.

Milei, que al principio intentó minimizar el tema, terminó aceptando la renuncia luego de varios días de silencio y contradicciones. El presidente habló de una “operación mediática”, pero su discurso, cada vez más desconectado de la realidad, no logró contener el malestar dentro de La Libertad Avanza. En el propio oficialismo admiten que el caso golpea de lleno la imagen de pureza moral que el libertarismo quiso instalar desde el inicio de su gestión. Espert no era un dirigente menor: presidía la Comisión de Presupuesto y era uno de los economistas más cercanos al presidente.

Lo que empezó como una denuncia judicial hoy se convirtió en una crisis política de proporciones. La salida de Espert deja a Milei sin un referente clave en la provincia de Buenos Aires, justo en la recta final de la campaña legislativa. Pero sobre todo deja al descubierto una contradicción que atraviesa a todo su gobierno: la doble vara con la que juzga a propios y ajenos. Mientras el presidente exige “motosierra moral” contra la vieja política, guarda silencio ante los escándalos que rozan a su entorno.

La renuncia también abre una grieta dentro del espacio libertario. Algunos sectores reclaman una depuración interna y mayor transparencia en el financiamiento de campañas, mientras que otros prefieren cerrar filas y culpar a la prensa de “inventar causas”. Milei eligió nuevamente el camino del enfrentamiento con los medios antes que asumir responsabilidades políticas. Una vez más, el discurso de la “libertad” sirve para encubrir la falta de rendición de cuentas.

Ahora, el dilema que enfrentan en la Rosada es el de las boletas, que ya están impresas. Sacar a Espert de la boleta costaría 14 mil millones de pesos. En la Justicia advirtieron que no habrá reimpresión si deciden retirar al candidato, por eso hay conversaciones frenéticas para revertir esa decisión. 

En definitiva, la caída de Espert no es un hecho aislado: es el síntoma de un poder que empieza a mostrar sus fisuras. La promesa de una nueva política, basada en la honestidad y la eficiencia, se diluye frente a los mismos vicios que el mileísmo decía combatir. En apenas un año de gobierno, la épica libertaria ya se ve corroída por los escándalos, la improvisación y las alianzas oscuras. Lo que Milei presentó como una cruzada moral contra la casta terminó convertida en una trama de poder donde los narcos, los negocios y la política vuelven a cruzarse, una vez más, en la Argentina real.

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